El centro tecnológico AIMEN ha desarrollado una tecnología de recubrimiento de níquel para sensores de fibra óptica que permite su funcionamiento en entornos con temperaturas superiores a 550 °C para la monitorización no sólo de temperatura, sino también de deformaciones (strain). Esta innovación representa un avance clave en aplicaciones industriales donde se requiere monitorización precisa y duradera, como el sector energético, naval o aeroespacial.
Los sensores de fibra óptica (FOS) ofrecen múltiples ventajas frente a los sensores convencionales: son más pequeños, ligeros, duraderos y capaces de medir simultáneamente diferentes parámetros en múltiples puntos. Sin embargo, su uso estaba limitado a temperaturas por debajo de los 450 °C, sobre todo en las medidas referentes a deformaciones, a menos que se empleasen materiales muy costosos como el oro para su recubrimiento y protección.
Con esta solución, AIMEN logra recubrimientos entre 10 µm y 1,2 mm, muy superiores a los disponibles comercialmente, lo que proporciona una mayor robustez y resistencia. Esta tecnología permite el embebido directo de los sensores en estructuras a través de soldadura, incluso en zonas de difícil acceso, sin necesidad de adhesivos o fijaciones adicionales.
Ya validada en entornos reales, la tecnología ha sido utilizada con éxito para monitorizar sobrecalentamiento en calderas de plantas de biomasa y ciclo combinado, deformaciones en tanques de sales fundidas de plantas termosolares o degradación en componentes navales. Este recubrimiento abre posibilidades en sectores como el químico, metalúrgico, aeronáutico, geotérmico o nuclear.